La de los
claveles
Un papel
escrito,
que el viento
ha volado,
el rocío de la anoche
su tinta
corrió,
pero aún se
lee
un ruego
pidiendo,
Santo, Dios,
ayuda,
un grito sin
voz.
La nota dormía
junto a los
claveles
que llevó ese
día
y siempre
ofrendó,
a esa capilla
que la gente
del pueblo,
Mujer de las
flores,
así bautizo.
Porque
aquella iglesia,
pequeño
refugio,
que encontró
un día
entrando a rezar,
con esos
claveles
pidiendo un
milagro,
creyendo que
nadie
la podía
amar.
Esta es la
historia
de mi amor,
que un día,
tal vez aquel
santo
nos hizo
cruzar,
hoy yo te prometo
me hago devoto,
no estarás más
sola
rezando en su
altar.
Dardo
Campostrini.
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