QUE HACER
CON ELLA.
Y entonces no
sabía
qué hacer con
ella,
¡Es tan dulce
su mirada!
¡Tan tierna y
tan triste!
Llevaba en su
mirada
reflejos de
amaneceres,
amaneceres de
insomnios,
de noches de
cama
mirando el
techo,
de
atardeceres nostálgicos
viendo entrar el sol,
sintiendo que
nunca
la había iluminado
ni quemado su
piel,
que un día más
había pasado.
Así la
encontré
y en aquel
momento
supe que debía
ayudarla,
le hable y
hablo,
hablo tanto
que parecía
que nunca
nadie la había escuchado,
horas de sus
madrugadas tristes
llenaban mi
vida de esperanza,
y sentía que
el de ella también.
Era tan
frágil, tan dulce
que no pude
dejarla sola
llevando esa
tan pesada carga,
y me propuse
vaciar su vida
de tristezas
y hacer una nueva,
cargándola de
amor, haciéndole ver
que su vida
no estaba marcada,
que la
felicidad hay que perseguirla
hay que
buscarla,
que cuando
aparece hay que vivirla,
disfrutarla.
Era tan
dulce, tan tierna
que mis días
se llenaron
con sus palabras,
con mis
proyectos
que empezaron
a ser nuestros.
Y me enamore
y pienso que
ella también,
me sentí
feliz
muy feliz,
y me deje
llevar
por esa
hermosa sensación,
porque yo
se lo había enseñado,
yo sí sé qué
hacer con ella,
que regalo es
sentirse feliz.
Era tanta mi
felicidad
que yo corría
como un niño
delante de
ella,
le iba
mostrando la vida,
mi vida,
y mientras lo
hacia
no me di
cuenta que le mostraba
lo que
yo veía,
que era lo yo
quería ver
y que ella no
podía ver por no conocer,
no entendía,
no veía,
ella nunca había
sido feliz.
Ayer,
mientras yo corría,
embriagado de
amor
y felicidad
mirando hacia
adelante,
no me di
cuenta
que se había
vuelto,
la había
perdido.
Hoy quiero
encontrarla
Y no la
encuentro,
quiero
hablarte
y no
responde.
Sé que le
hice ver otro mundo,
otra vida
que no supo
entender.
Sé que me ama
pero volvió a
su encierro,
el de ella
misma,
seguro está
allí,
con sus
tristezas y
acostumbradas
penas,
allí está
segura,
la
incertidumbre
de un mundo
nuevo
la asusto.
Hoy solo, en
silencio
la espero,
espero encontrarla
en mis
atardeceres nostálgicos,
en el techo
de mi dormitorio
en mis noches
de insomnio
o en el
camino donde se extravió.
Ahora, soy yo
el que la necesito
para que me ayude
con mi vida,
porque ahora,
no sé qué
hacer con ella.
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