martes, 24 de junio de 2014

Que hacer con ella.




QUE HACER CON ELLA.

Y entonces no sabía
qué hacer con ella,
¡Es tan dulce su mirada!
¡Tan tierna y tan triste!

Llevaba en su mirada
reflejos de amaneceres,
amaneceres de insomnios,
de noches de cama
mirando el techo,
de atardeceres  nostálgicos
viendo  entrar el sol,
sintiendo que nunca
la había iluminado
ni quemado su piel,
que un día más
había pasado.

Así la encontré
y en aquel momento
supe que debía ayudarla,
le hable y hablo,
hablo tanto que parecía
que nunca nadie la había escuchado,
horas de sus madrugadas tristes
llenaban mi vida de esperanza,
y sentía que el de ella también.

Era tan frágil, tan dulce
que no pude dejarla sola
llevando esa tan pesada carga,
y me propuse vaciar su vida
de tristezas y hacer una nueva,
cargándola de amor, haciéndole ver
que su vida no estaba marcada,
que la felicidad hay que perseguirla
hay que buscarla,
que cuando aparece hay que vivirla,
disfrutarla.

Era tan dulce, tan tierna
que mis días
se llenaron con sus palabras,
con mis proyectos
que empezaron a ser nuestros.
Y me enamore
y pienso que ella también,
me sentí feliz
muy feliz,
y me deje llevar
por esa hermosa sensación,
porque yo se  lo había enseñado,
yo sí sé qué hacer con ella,
que regalo es sentirse feliz.

Era tanta mi felicidad
que yo corría como un niño
delante de ella,
le iba mostrando la vida,
mi vida,
y mientras lo hacia
no me di cuenta que le mostraba
lo que yo  veía,
que era lo yo quería ver
y que ella no podía ver por no conocer,
no entendía, no veía,
ella nunca había sido feliz.

Ayer, mientras yo corría,
embriagado de amor
y felicidad
mirando hacia adelante,
no me di cuenta
que se había vuelto,
la había perdido.

Hoy quiero encontrarla
Y no la encuentro,
quiero hablarte
y no responde.
Sé que le hice ver otro mundo,
otra vida
que no supo entender.
Sé que me ama
pero volvió a su encierro,
el de ella misma,
seguro está allí,
con sus tristezas y
acostumbradas penas,
allí está segura,
la incertidumbre
de un mundo nuevo
la asusto.

Hoy solo, en silencio
 la espero,
espero encontrarla
en mis atardeceres nostálgicos,
en el techo de mi dormitorio
en mis noches de insomnio
o en el camino donde se extravió.

Ahora, soy yo el que la necesito
para que  me ayude
con mi vida,
porque ahora,

no sé qué hacer con ella.

                                                  Dardo Campostrini.

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