miércoles, 4 de junio de 2014

A MINGUECHO.

A Minguecho.

Lavaron su cuerpo
en la mesa de mármol,
le pusieron ropa
que jamás usó,
Quemaron sus prendas
y el palo que usaba,
sé que algún nostálgico,
por su honor guardo.

Lo vieron los niños
que lo respetaban,
porque alguna madres
su figura usó,
para que durmieran
la siesta sin ruidos,
¡el hombre de la bolsa!
Un niño llevó.

Contaba mi padre
que cuando él era joven,
Minguecho existía
 era viejo entonces,
Y sacaba cuenta,
cuantos años tendría,
como si se hablara
de una estatua de bronce.

Me parece verlo
al galpón de chapa,
La casa de mi abuela,
ella allí le dio,
un rincón en donde
dormía en las noches,
siempre en las mañana
el desayunó.

Sus pasos cortitos,
alpargatas rotas,
al mirarlo nada
parecía avanzar,
como una tortuga
se había ido del pueblo,
sin que lo notaran,
ya  no estaba más.

En un pueblo del norte,
a un perro por bueno,
para no olvidarlo
una estatua  han hecho,
 yo propongo  al mío
una placa, un busto,
para recordarlo
al viejo MINGUECHO.

    Dardo Campostrini.

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